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... Y algunos Dragones de Bienvenida


Maurits Cornelius Escher - Leeuwarden, Holanda, 17 de Junio de 1.898.

Dragon Fashion


10 siglos de dragones


1+ de Michael Ende


"En un oscuro torreón vivía en tiempos un dragón, que Plácido se llamaba y todo lo destrozaba: lleno de pinchos y malas artes escupía fuego por todas partes. Pero un día vino un profesor con un libraco, y sin temor al fiero dragón se acercó... "
Un libro que no se puede dejar de leer, de ver...
Plácido es un dragón revoltoso y destrozón. Bárbara es una mariposa dulce, bella y delicada. Un día, Plácido y Bárbara conocen el significado de sus nombres y gracias a la relación que establecen sus vidas empiezan a cambiar.  Un libro que nos permite entender (como lo sugiere el artista Hunderwasser) el sentido de nuestro nombre, la forma en que llenamos con carácter esa manera de ser nombrados.


Ed. Alfaguara, Michael Ende (Alemania, 1929-1995)
El Dragón y la Mariposa, 1984

Las Plumas Rojas del Dragón


Ilustraciones de Olga y Andrej Dugin (Rusia), para el libro Las Plumas Rojas del Dragón.  Editado para Latinoamérica por El Fondo de Cultura Económica de Mexico.  Estas ilustraciones fueron hechas en el año 1999 por los esposos Dugin en Acuarela sobre papel

Ilustraciones

1. Black Dragon Ilustrador desconocido (para nosotros)

2. Gladius por el Ilustrador John Howe, el mismo artista que realizó el diseño visual de las películas del Señor de los Anillos.

Seres imaginarios


El Dragón posee la capacidad de asumir muchas formas, pero éstas son inescrutables. En general lo imaginan con cabeza de caballo, cola de serpiente, grandes alas laterales y cuatro garras, cada una provista de cuatro uñas. Se habla asimismo de sus nueve semblanzas; sus cuernos se asemejan a los de un ciervo, su cabeza la del camello, sus ojos a los de un demonio, su cuello al de la serpiente, su vientre al de un molusco, sus escamas a las de un pez, sus garras a las del águila, las plantas de sus pies a las del tigre y sus orejas a las del buey. Hay ejemplares a quienes les faltan orejas y que oyen por los cuernos. Es habitual representarlo con una perla, que pende de su cuello y es emblema del sol. En esa perla está su poder. Es inofensivo si se la quitan.

La historia le atribuye la paternidad de los primeros emperadores. Sus huesos, dientes y saliva gozan de virtudes medicinales. Puede, según su voluntad, ser visible a los hombres o invisible. En la primavera sube a los cielos; en el otoño se sumerge en la profundidad de las aguas. Algunos carecen de alas y vuelan con ímpetu propio. La ciencia distingue diversos géneros. El Dragón Celestial lleva en el lomo los palacios de las divinidades e impide que éstos caigan sobre la tierra; el Dragón Divino produce los vientos y las lluvias, para el bien de la humanidad; el Dragón Terrestre determina el curso de los arroyos y de los ríos; el Dragón Subterráneo cuida los tesoros vedados a los hombres. Los budistas afirman que los Dragones no abundan menos que los peces de sus muchos mares concéntricos; en alguna parte del universo existe una cifra sagrada para expresar su número exacto. El pueblo chino cree en los Dragones más que en otras deidades, porque los ve con tanta frecuencia en las cambiantes nubes. Paralelamente, Shakespeare había observado que hay nubes con forma de Dragón (sometimes we see a cloud that's dragonish).

El Dragón rige las montañas, se vincula a la geomancia, mora cerca de los sepulcros, está asociado al culto de Confucio, es el Neptuno de los mares y aparece en tierra firme. Los reyes de los Dragones del mar habitan resplandecientes palacios bajo las aguas y se alimentan de ópalos y de perlas. Hay cinco de esos reyes: el principal está en el centro, los otros cuatro corresponden a los puntos cardinales. Tienen una legua de largo; al cambiar de postura hacen chocar a las montañas. Están revestidos de una armadura de escamas amarillas. Bajo el hocico tienen una barba; las piernas y la cola son velludas. La frente se proyecta sobre los ojos llameantes, las orejas son pequeñas y gruesas, la boca siempre abierta, la lengua larga y los dientes afilados. El aliento hierve a los peces, las exhalaciones del cuerpo los asa. Cuando suben a la superficie de los océanos producen remolinos y tifones; cuando vuelan por los aires causan tormentas que destechan las casas de las ciudades y que inundan los campos. Son inmortales y pueden comunicarse entre sí a pesr de las distancias que los separan y sin necesidad de palabras. En el tercer mes hacen su informe anual a los cielos superiores.


El libro de los seres imaginarios - JL Borges - Emecé ed. 2005